Al concluir el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en diciembre de 1970, México y su sistema político resentían los efectos de los problemas acumulados. El modelo económico empezaba a mostrar sus debilidades -desempleo y subempleó, excesiva concentración de la riqueza, aumento sostenido del déficit comercial, falta de dinamismo en la agricultura y otras más; la legitimidad del régimen se encontraba en entredicho, al menos en ciertos sectores estratégicos de las clases medias; y ya se había agotado el contenido de lo que quizá alguna vez fue una "relación especial" con los Estados Unidos.
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